Extradición de Mancuso: Llegó la hora de la verdad

Con el anuncio hoy del Gobierno de los EE.UU., de interrumpir el trámite con Italia y ordenar la deportación de Mancuso a Colombia, comienza para nosotros una dura batalla con su defensa jurídica que hará todo lo posible para revertir esa orden en la apelación de la medida que presentará en las próximas horas, a fin de lograr su envío a Europa, como originalmente tenían previsto con la complicidad omitiva y la torpeza del Gobierno colombiano, que se equivocó 3 veces consecutivas, y se demoró en una cuarta por falta de una traducción al inglés de la solicitud, como advirtió imperdonablemente la propia Cancillería.

Se requiere en este momento la mayor concentración y seriedad en la representación jurídica y diplomática de nuestro Gobierno en EE.UU., para desembarrarla y que no deje duda alguna de su intención, dicha solo de de labios para fuera, de traer a Mancuso.

Sería paradójico, para los detractores de oficio del proceso de paz firmado con las FARC a finales de 2016, que Mancuso se les volara también, igual que Santrich, y que al final de esta telenovela de errores, terminara libre en Italia, y no respondiendo ante la justicia colombiana, ni reparando las víctimas de sus andanzas, y sobretodo dejando de contar su verdad sobre lo que realmente pasó en esa pata trágica de violencia paramilitar de la que fuimos testigos.

Sin duda la presión de la opinión pública, que dejó en evidencia las torpezas cometidas en este absurdo caso diplomático y jurídico, jugó y seguirá jugando un papel determinante en los resultados de esta gestión. Ya saben los funcionarios comprometidos que los está observando un país que quiere saber la verdad del conflicto.

Hoy simultáneamente vemos todas las semanas circular por las salas y tribunales de la Jurisdicción Especial para la Paz -JEP-, a cientos de excombatientes y agentes del Estado, que apenas han comenzado a hablar de reclutamiento de menores, secuestro, violencia sexual, y cuanto atropello inolvidable se perpetró en el conflicto en esa otra pata de violencia guerrillera.

Los ex jefes de las antiguas FARC no fueron extraditados. Saben muy bien que lograron unos beneficios como contraprestación al desarme, la desmovilización, el sometimiento a la justicia transicional, y por el compromiso de contar la verdad de sus delitos, acometer y contribuir a la reparación de las víctimas y por el juramento de no repetición.

Y saben muy bien los excombatientes que de no cumplir eficazmente sus compromisos podrán perder sus beneficios y tendrán cárcel hasta por 20 años.
Y si los ex jefes de las antiguas FARC reinciden en delitos o no se presentan al llamado que les haga en cualquier momento la JEP o la justicia ordinaria, si fuere el caso, como a Santrich, Iván Marquez o el Paisa, perderán todos los beneficios, serán perseguidos con circular roja de la Interpol en todo el planeta, y afrontarán penas de prisión hasta de 60 años. Este proceso de justicia transicional quedó mejor diseñado que los de Ruanda, Yugoslavia o Chile y Argentina.

El alegato de la defensa de Mancuso pondrá a prueba la voluntad del Gobierno y la eficiencia de sus funcionarios. Va a argumentar que aquí no hay justicia -cosa que por estos días dicen muchos irresponsables y oportunistas-, que no hay garantías, o que su vida corre peligro por todo lo que sabe y ha comenzado a conocerse.

Llegó la hora de la verdad. A hacer lo que hay que hacer. A corregir esa actitud, apoyar las órdenes de la justicia, y hacer un buen trabajo diplomático y jurídico en EE.UU.

El Gobierno colombiano, el de EE.UU. y los mismos extraditados, se lo deben a Colombia y a los millones de víctimas del conflicto.

(*) Ex secretario general de la Presidencia, ex congresista.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *